La Paz/Cosas Claras.- De regreso en los ambientes del Proyecto Segunda Oportunidad, aparece una mujer pequeña, sonriente, luego seria, pero invariablemente en un estado que debe sugerir madurez materna.

“No puedo decir que caí en desgracia porque mi hija es lo que más amo”, dice Lourdes Mita. Tiene 19 años, habla con mucho orgullo.

El testimonio de Lourdes, con rostro fuerte y brillante, es extenso. Dice que lo más importante era conseguir amor propio e independencia; el resto, en cierto modo, vendría solo. El amor propio “sería la fuente de todo bien”, afirma.

“Yo sabía que estaba embarazada. Sentía una bolita, me vestía con chompas anchas, nadie sabía”. Cuando sus padres se enteraron se enojaron, luego la apoyaron plenamente, pero ella no quería ser una carga más para ellos, entonces se unió al proyecto de la Municipalidad.

Al inicio, Fanny sentía que debía ser perdonada. Comenta que tenía que soportar insultos y agravios de la gente, “tu hija es una bastarda, no podrás estudiar y atender a tu wawa; tan niña has tenido tu hija, ¿No te da vergüenza?”, afirma entre sollozos.

“Mi vida era una tortura, yo no me quería”, agrega. El perdón y la aceptación los obtuvo dentro del proyecto, comenta. Asistió a los talleres de desarrollo personal.

“Aprendí a sobrellevar mis problemas, a valorarme como mujer. También a hacer chocolates y masitas para subsistir. Sí, soy madre joven pero estoy orgullosa y empoderada”, asevera la entrevistada.

“La vida se la vive luchando”, Lourdes ya no tiene miedo y es una madre plena. “Ser madre es un sacrificio porque cada día es una lucha que tiene como energía este amor incomparable. Cuando no tengo gasolina, una sonrisa de mi hija llena mi tanque”, finaliza.

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