El alcalde Iván Arias en la plaza Riosinho. Foto: AMUN.

AMUN/15-07-22
El alcalde Iván Arias visitó el jueves, con su programa “La Paz en paz”, la actual plaza Riosinho que tras la Guerra de la Independencia se convirtió en un campo de fusilamiento de condenados a muerte. Es en ese lugar donde fue ejecutado el Zambo Salvito, un famoso asaltante de caminos que vivió en la ciudad de La Paz durante el siglo XIX y murió públicamente por sus robos y asesinatos; con los años se convirtió en leyenda.

“Es una plaza muy querida, con mucha historia, pero está descuidada, llena de heces fecales de paloma, hay que mejorar la estatua, limpiarla”, dijo el alcalde Arias al hacer un recorrido con miembros de “Kilómetro cero turismo a pie” de la Subalcaldia Centro, que iban contando detalles de la historia de la plaza y también del Zambo Salvito.

El burgomaestre entrevistó al historiador Fernando Cajías para conocer más sobre una de las plazas que tanta historia tiene. “Indudablemente en la época de la Colonia y de los inicios del siglo XIX, durante el proceso hacia la independencia, todo lo que hoy día es la calle Sucre, era la frontera Este de la ciudad. Hasta ahí llegaba la ciudad y Laja, venía a ser como una calle de la frontera Norte, lugar donde existía la caja de agua, y de ahí viene su nombre”, resumió Cajías.

“El barrio fue creciendo a lo largo del siglo XIX y XX y remozado por el calvario y La Plaza Riosinho, decidiendo su nombre en homenaje a la Guerra del Acre, pero todo eso era en el momento del Grito Libertario, era como los extramuros de la ciudad”, sostuvo el historiador.

El alcalde conoció la primera caja de agua de la ciiudad en el Museo Costumbrista Juan de Vargas. Foto: AMUN.

Arias conversó con jóvenes del programa “Kilómetro cero turismo a pie” de la Subalcaldía Centro, que dieron a conocer un poco de historia sobre la plaza Riosinho. “Fue una de las primeras plazas creadas en la ciudad y para que el flujo de las personas sea más constante es que se crea la Caja de Agua y se consiguió que los vecinos de barrios aledaños empiecen a llegar al lugar para consumir esa agua”, contó uno de los entrevistados, a tiempo de señalar que por eso se le llamaba la zona Caja de Agua.

Siete años después de la Fundación de La Paz, es que se le da el nombre de plaza Riosinho en homenaje a la Guerra del Acre a cargo del alcalde de ese entonces.

Esta es una ruta de leyendas urbanas y por ello se la considera como un punto específico, donde -se dice- se puede escuchar ruidos de caída de agua e incluso el lamento de las personas ejecutadas en el lugar.

Arias observó una estatua deteriorada con una inscripción que decía: “En homenaje al Héroe de la Guerra del Acre; obra: Maximiliano Paredes; Año: 1879-1900; Autor: Efraín Callizaya”.

“Zambo Salvito era muy parecido a ‘Alí Babá y los 40 ladrones’, pero en versión boliviana, él era yungueño un negrito esclavo, junto con su mamá y su nombre era Salvador, él empezó robando una aguja, luego una madeja y luego empezó a secuestrar mujeres y niños hasta que se le hizo una adicción”, contó otra miembro del programa “Kilómetro cero turismo a pie”.

Agregó que al llegar a La Paz, Salvador fue contratado junto a su madre por una señora, “La Negra Tomasa”, que con el tiempo permite que continúe con el delito de hurto empezando con una aguja. Al morir su madre, él se queda a cargo de Tomasa y le permite que siga en ese mal camino, hasta llegar a matar a la persona (sastre) que por primera vez le pesca robando y le llama la atención” relató la historiadora basada en un libro.

También se habla de que camino a los Yungas hay una cueva donde el Zambo Salvito, secuestraba, torturaba y mataba a sus víctimas e incluso se han hecho muchas obras de teatro que muestran esto.

A los 33 años muere Zambo Salvito, pero antes de ser ejecutado, la llama a su madre (adoptiva la negra Tomasa) y se acerca a su oído y le dice: Este es tu castigo por no haberme corregido y es ahí, donde con sus dientes, le arranca la oreja.

Arias reflexionó y pidió a los padres de familia corregir a sus hijos y no permitir que traigan nada extraño a la casa, ni siquiera un lápiz. “Hay niños o jóvenes que llegan hasta con celulares, es obligación de los padres averiguar de dónde es y devolverlo”, dijo el burgomaestre.
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