Policía que sufrió un incidente con un bus PumaKatari no tiene lesiones de gravedad.

La Paz/Cosas Claras.- Imaginemos el siguiente escenario: un oficinista que debe tomar uno o hasta dos tipos de vehículos para llegar a tiempo a su trabajo en la ciudad todas las mañanas. Si quiere emplear solo el transporte privado y tradicional, deberá sortear, entre otras cosas, vehículos saturados a los que si se quiere ingresar debe hacerlo en competencia salvaje con otros pasajeros; minibuses en donde deberían ir nueve pasajeros cómodamente sentados, hoy están adaptados para que quepan 11 o hasta 12 sujetos embutidos; sin contar el maltrato y las interminables trancaderas. El resultado es que el sufrido oficinista no solo deberá soportar todo ello, sino que incluso no le quedará otra cosa que adaptarse.

Si el mismo oficinista optará por subirse a un bus del Pumakatari, lo más probable es que el escenario sea el siguiente: que espere el bus en una parada, que ingrese al vehículo de manera ordenada, que el conductor y el anfitrión lo saluden al ingresar, que tenga un asiento guardado y hasta alguno con cinturón de seguridad, que se olvide del “puedo aprovechar maestrito” porque también bajará en una parada y para hacerlo no necesitará pasar encima del resto de los pasajeros, como sucede en un minibús. Es decir, una especie de microclima que lo obligará también a comportarse en consecuencia.

“Cuando uno entra en el bus es parte de un pequeño microclima, donde todo el mundo es más amable, donde se cede el asiento y las personas se tratan con cortesía, esto no se ve en otro transporte”, comenta Omar Rocha, director de la carrera de Literatura.

Pero cómo se explican estas dos realidades conviviendo en una misma ciudad, y por qué un sistema, el tradicional, es prácticamente insostenible. Cuáles son sus causas y hacia dónde vamos

Calles saturadas

A decir del secretario municipal de Movilidad, Ramiro Burgos, hasta el 2018 en La Paz se tenía a más de 30.000 vehículos de transporte público, lo que, entre otros, genera que sus vías se vean completamente saturadas y congestionadas.

Coincide con esta visión el historiador Randy Chávez, para quien en 2008, de los 141.211 coches que ingresaron al país, el 95% eran usados. Más aún, el 75% del parque automotor nacional era transformer.

“Desde 1994 hasta 2009, el número de líneas de transporte se incrementó de 317 a 535. Los minibuses aumentaron enormemente y en la actualidad es el medio de transporte que predomina”, dice Chávez.

En este tipo de transporte, dice el experto en movilidad urbana, Freddy Koch, “no se vislumbran cambios y esas son malas noticias para la población. Creo que se tiene que crear un mecanismo que los ayude a desarrollarse ‘en serio’ como sector o, de lo contrario, de mantenerse esta actitud de parte de los transportistas, los terminará sacando del sistema porque la situación ya es insostenible”.

El cambio de chip

Es ante estado de situación que intenta responder un servicio como el Pumkatari, que hoy cumple cinco años, y que nos muestra el norte y el salto que puede dar el transporte si lo que se quiere es también pensar en un mejor ciudadano, como lo explica el experto en movilidad urbana y asesor del GAMLP, Gustavo Bejarano:

“Los ciudadanos son los primeros en defender al bus, en hacer respetar las reglas internas, sobre todo las preferenciales. Hay personas mayores de 60 años que prefieren ir parados porque no se sienten adultos mayores, dicen: ‘este asiento es para un viejito’, a este tipo de revolución llegamos con el Pumakatari”.

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