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La Paz/AMN.- Es alto y tiene alrededor de 40 años. Cuando lo abrazas, las manos se encuentran. “Es mi esposo porque me cubre de todo, me protege del solcito y me da sombrita”, dice, mientras sonríe, Antonia Huallpa, una de las primeras vendedoras de frescos hervidos de la Plaza Murillo. El cariño lo expresa por un fresno, uno de los 9.940 árboles que la Alcaldía paceña censó en los macrodistritos Centro y Cotahuma.

Si bien el conteo finalizó en las vías (aceras, jardineras, rotondas), plazas y parques de ambos macros, el conteo es preliminar porque no incluyen el censo de árboles de las masas boscosas, como es considerado, por ejemplo, el Parque Urbano Central (PUC).

El censo detalla que en el Centro hay 45 árboles con una altura mayor a 15 metros, 1.230 de 6 a 10 metros y 2.958, entre 3 a 6 metros.

En tanto, en Cotahuma hay 22 árboles de 15 metros, 913 de 6 a 10 metros y 2.662 que tienen entre 3 a 6 metros, según datos de la Secretaría Municipal de Gestión Ambiental (SMGA).

La señora Antonia, apoyada en el fresno, recuerda que los árboles del Kilómetro Cero eran la mitad del tamaño de las que son ahora. Y es que ella los vio crecer, porque a los 18 años empezó a vender frescos de moconchinchi (duraznos deshidratados) dentro la plaza Murillo y desde los 33, hasta ahora que tiene 60, vende chantilly (crema batida).

Entre vivos y muertos

Hasta el momento se registraron 9.648 árboles vivos y 292 muertos en las vías del Centro y Cotahuma. 5.175 de los vivos y 124 de los muertos están en las calles de la primera zona referida y 4.473 y 168 en la segunda.

Por otro lado, el censo municipal alcanzó el 30% en el macrodistrito Max Paredes y alrededor de 5% en Periférica y Sur. En total, en estos cinco macrodistritos, se registraron 16.433 árboles vivos y 587 muertos que no representan ni el uno por ciento de los 2 millones de árboles que en 2016 se preveía que había en la ciudad. En Mallasa, Max Paredes y San Antonio, aún no comenzó el censo.

Lo que no desapareció es el fresno de los árboles. Se mantiene “verdecito” porque, cuando no llueve, doña Antonia la riega, a eso de las 19.00, con el último balde de agua que le queda. La vendedora tiene mucho cariño al árbol, a pesar de que le causó gran susto cuando, en un par de ocasiones, se le cayó una rama del fresno entre la cabeza y espalda. La segunda vez era más grande, recuerda.

26 a 1 ¿cómo dividimos el oxígeno?

La denominada Ciudad del Cielo (La Paz), se divide en siete macrodistritos urbanos (Centro, Cotahuma, Maximiliano Paredes, Mallasa, Periférica, San Antonio y Sur) y dos rurales (Hampaturi y Zongo). Según datos de población proyectados para el 2018 de la Secretaría Municipal de Planificación, los primeros concentran a 935.026 habitantes. De ellos, 75.697 viven en el Centro y 182.444 en Cotahuma. Los rurales congregan solo a 7.961 comunarios.

Tomando en cuenta que 258.141 paceños viven en ambos macros y hay 9.648 árboles vivos en sus calles, en promedio existe un árbol por cada 26 paceños. El dato “es algo parcial”, alerta el director de áreas protegidas, bosques y arbolado urbano del municipio, Roberto Rojas y prevé que el per cápita ascienda a “cuarenta o más por persona”, esto se consolidaría cuando termine el censo en las “varias” masas boscosas de estos macros.

Se prevé que a finales de septiembre concluya todo el proceso. De lo que está seguro Rojas, es que en la ciudad existen 3 metros cuadrados de área verde por habitante, que “es muy bajo”, de acuerdo a lo propuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que propone 9 metros cuadrados por cada ciudadano.

Pulmones de la ciudad 

Los árboles atrapan los gases contaminantes, proporcionan oxígeno, reducen el ruido y permiten, cuando llueve o las riegan, que las gotas ingresen a la tierra (conservación del ciclo hidrológico del agua). A su vez, funcionan como áreas de recreación y esparcimiento, enfatiza Rojas.

“Un solo árbol adulto puede absorber 150 kilos de dióxido de carbono cada año. Un árbol ayuda a garantizar agua para tres personas. No solo nos proporcionan “belleza”, nos proporcionan tranquilidad, sombra; son nuestros ríos verdes”, afirmó en pasados días la concejal Cecilia Chacón, durante la promulgación de la Ley Municipal de Protección y Conservación de los Arboles en Actividades, Obras y Proyectos de Construcción, de la que la legisladora fue proyectista.

“Son nuestros pulmones”, pero parece que ahora no tienen valor, lamenta la señora Antonia. “Quitarlos sería como quitar el oxígeno”, agrega Eustaquio Mamani, uno de los lustra calzados con más tiempo en la plaza principal de La Paz. Los datos muestran que en las calles del Centro y Cotahuma hay 229 tocones (pedazo de tronco que queda al talarlos).

Censo y planificación

Por ahora, acacias, fresnos y olmos predominan en la urbe. El censo permite: conocer las especies, cantidad, estado y ubicación. Es una herramienta de planificación para forestaciones futuras. En el Centro y Cotahuma, ya se identificaron 1.299 tacones vacíos listos para acoger a nuevas especies.

“Pareciera que no tenemos árboles en la ciudad, pero sí los hay, solo que no están distribuidos equitativamente. Hay macrodistritos donde hay más árboles que en otros” dice Rojas.

Aclara que el arbolado en la ciudad no fue planificado. “Los vecinos han puesto, hace más de 50 años, especies que no son de ámbito urbano (como) eucaliptos y pinos que en la actualidad causan problemas. Se caen sobre casas, vías, afectan las redes eléctricas, muros e incluso predios”.

Más del 99% de los árboles en La Paz esperan ser censados. Unos más vivos que otros. En tanto, Antonia y el fresno, que guardan un vínculo, pasan otro día rodeado de millones de ellos que, ante la vista indiferente de muchas personas, velan por una mejor calidad de aquellos que vivimos a más de 3600 metros de altura.

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