La Paz/Las Cosas Claras.- Los centenares de personas que caminan presurosos todos los días por el paseo de El Prado, muy probablemente no se percatan que debajo de ese lugar cruzan algunos afluentes secundarios que alimentan el río Choqueyapu, cuyas aguas atraviesan la urbe, de norte a sur, hasta desembocar en el río La Paz.

Y es que La Paz está atravesada por 364 ríos, de los cuales la mayoría pasa inadvertida. Esta ciudad es la única en Latinoamérica construida sobre esa cantidad de ríos. Esta característica, además de la calidad de los suelos y su topografía, la hace única y, a la vez, vulnerable, sobre todo en época de lluvias.

Según el Mapa de Riesgos de 2013, el 70% de la ciudad tiene algún grado de riesgo debido a la presencia de ríos grandes o secundarios, aguas subterráneas y por su geología que tiene que ver con los suelos de riesgo o alto riesgo.

Corresponsabilidad

Además de los riesgos a causa de origen natural, hay otros causados por las acciones de los paceños que afectan a los ríos desde el hecho de utilizarlos como basureros o vertederos o de construir cerca de las márgenes de río.

La basura y escombros que se echan en los sumideros y en los mismos ríos provocan desbordes, turbulencias y ondas pulsantes, que son una especie de olas que en varios casos sobrepasan los puentes.

“Lo que hacemos como ciudadanos puede afectar a los ríos. Entonces, se deben tomar previsiones de seguir las normativas, cumplir con las regulaciones que te dicen a qué distancia de los ríos puedes construir”, afirma el responsable del Centro de Operaciones de Emergencia (COE) de la Secretaría Municipal de Gestión Integral de Riesgos (SMGIR), Mauricio Claros.

Por eso, tanto autoridades como ambientalistas consideran que las obras de prevención realizadas por la Alcaldía deben estar acompañadas por la acción corresponsable de la ciudadanía en la prevención de los riesgos, y así evitar los desbordes de ríos.

“Tienen que ayudarnos a prevenir los riesgos, no generar que los ríos pierdan su sección hidráulica por hacer construcciones en los márgenes de ríos; no botar escombros en márgenes de los ríos y que la capacidad hidráulica se pierda”, enfatiza Claros.

Esos cuidados pueden evitar grandes emergencias. Por ejemplo, el taponamiento de los sumideros y la presencia de basura en los ríos, sumados a un granizo extraordinario, causó en febrero de 2002 la denominada riada del Martes Negro, donde murieron más de 69 personas.

Obras de prevención

Tras la tragedia de la riada, el Gobierno Municipal ejecutó tareas de prevención estructural, dijo el exalcalde Juan Del Granado en una entrevista a Urgente.bo en 2018, al recordar este lamentable hecho. Acotó que en todas las obras de prevención y durante su gestión hasta 2010, se invirtió 100 millones de dólares.

Luego, desde 2010, a partir de la gestión de Luis Revilla, se continuó con las obras de prevención y mitigación de riesgos en las cuencas de los principales ríos de La Paz. En la urbe existen tres cuencas, Choqueyapu, Orkojahuira y Sur, esta última se divide en las cuencas de los ríos Irpavi, Achumani y Huayñajahuira.

“Al momento casi el 80% de los ríos principales están controlados con algún tipo de obra, ya sea canalización o embovedado y se trabaja, constantemente, en la prevención de riesgos para evitar fenómenos de erosión”, subraya la autoridad edil.

Todas estas inversiones y la planificación que efectúa la Alcaldía son destacadas por la cooperación internacional porque constituyen un compromiso de trabajo con la resiliencia.

La coordinadora del Programa Ciudades Resilientes para el Viceministerio de Vivienda y Urbanismo y el Banco Mundial, María del Carmen Rocabado, afirma que en La Paz se trabajó en la resiliencia institucional y la económica (inversión pública) para prevenir emergencias.

En esa línea se generó normativa, leyes municipales para la gestión de riesgos, y el Plan 2040, una planificación a largo plazo. Además se invirtió gran cantidad de recursos en la ejecución del Programa de Drenaje Pluvial que implicó la construcción de embovedados y otras obras de prevención y mitigación.

“No puedes hacer una ciudad resiliente sin tener planificación a largo plazo. La Paz está mucho más adelante de grandes ciudades, si comparamos con El Alto y Santa Cruz, que también forman parte del Programa Ciudades Resilientes”, asegura Rocabado.

A la resiliencia institucional y financiera, se suma la social referida a la actitud de la ciudadanía paceña por adaptarse a las nuevas circunstancias. “El paceño es resiliente, intuitivamente. Se adapta, cambia de ruta, hace fila para recibir agua, en el caso del derrumbe en Mallasa (ocurrido el 13 de este mes) no se ha desesperado; hizo fila para pasar”, finaliza Rocabado.

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