AMUN/5-01-23
Efectivos de la Subintendencia Max Paredes y de la Estación Policial Integral (EPI) Munaypata intervinieron cerca de 20 cementerios de elefantes durante el año anterior, después de un trabajo de inteligencia policial en medio de cámaras de vigilancia, “campanas” y “alertas” de porteros que impedían la fiscalización.
“En todo este tiempo se han intervenido aproximadamente 20 cementerios de elefantes. Estos bares clandestinos cuentan con cámaras de vigilancia, tienen ‘campanas’ que alertan desde las esquinas y porteros que no permiten el ingreso de los funcionarios municipales o policiales. En estos casos, la Policía es la que interviene con personal de inteligencia, pero para ello fue necesario realizar un trabajo de vigilancia por semanas porque estos lugares son de difícil acceso”, manifestó el subintendente del macrodistrito Max Paredes, Gabriel Rosso.
Explicó que estos bares clandestinos venden bebidas alcohólicas adulteradas y sin registro sanitario como el famoso té con té preparado con sultana y alcohol de 90 grados. “Utilizan ollas grandes para el preparado. Se han encontrado también botellas de singani y ron, pero sirven sólo como envase, porque el producto es el mismo alcohol. Todas las bebidas son adulteradas o son elementos que se usan para desinfección y no para el consumo humano”.
Rosso afirmó que los ambientes intervenidos no reúnen las mínimas condiciones sanitarias y lamentó que los propietarios y administradores reincidan en estas acciones. “Estos lugares son inhóspitos, lugares ófricos, sin ventanas y si tienen, las cierran, para que no se pueda escuchar ni oler, porque hay olores nauseabundos al ingresar a estas actividades. Algunos están equipados con baños y en otros sólo usan baldes para hacer sus necesidades fisiológicas”, describió.
La autoridad municipal recordó que uno de estos bares estaba ubicado en la calle Vicente Ochoa y el lugar estaba prácticamente en ruinas. “Ingresamos a esta actividad económica como unas cinco veces. No tenía ventanas, había sufrido un incendio anteriormente y los techos estaban a punto de caerse. Existía un pequeño baño donde habían habilitado un balde, se veía la cal de tanto orín en el lugar. Había un cuarto donde se encontraba una payasa (colchón de paja), donde acostaban a los ebrios para que reaccionen. En el lugar no se podía ni respirar”, aseveró.
Sostuvo que el costo de las bebidas alcohólicas es mínimo y algunos de estos bares se encuentran en el centro albergando incluso a personas declaradas como desaparecidas. “En otro bar que había en la zona El Tejar encontramos a un joven que estaba siendo buscado por sus familiares como persona desaparecida, logramos encontrarlo y remitirlo a su familia. Recuerdo que en la Av. Manco Kápac, los jovenzuelos pagaban cinco bolivianos para beber y había muchachas tiradas en el piso por haber excedido en el consumo de alcohol”.
Rosso reconoció que los operativos en estos lugares son muy complicados debido a la presencia de personas ligadas a delitos.
“Hemos visto que estos lugares son frecuentados incluso por delincuentes como carteristas, lanceros y descuidistas. Es por eso que los operativos son coordinados con la Policía Boliviana y una vez que sus equipos de inteligencia logran ingresar, nosotros intervenimos para la fiscalización y decomiso correspondiente. Son lugares muy conflictivos”, afirmó.
Reconoció la necesidad de contar con una normativa penal para sancionar a los propietarios y administradores de estas actividades económicas clandestinas. “La normativa municipal nos permite la emisión de una resolución administrativa de clausura, esa es la máxima sanción que se interpone a cualquier actividad económica de venta de bebidas alcohólicas. Hace falta endurecer las sanciones, hace falta una normativa penal para una sanción ejemplar para los dueños o administradores de estos bares clandestinos. Es necesario endurecer las penas”, enfatizó Rosso.
///