La Paz/AMN.– Victoria (nombre ficticio) es una adulta mayor que pese a tener una enfermedad de base está motivada a vencer al COVID-19 con el tratamiento que recibe en el Centro de Aislamiento departamental.

“Ya nomás, de repente me ha dado la enfermedad”, dijo con la voz entrecortada en una entrevista con la Red Uno. Presume que se contagió uno de los días de compra en el mercado de Villa Victoria (Max Paredes), pese a que llevaba consigo barbijo y guantes.

Los primeros 15 días, dice ella, padeció una aguda tos seca y temperatura alta. Ante esos síntomas comenzó a realizarse baños y tomar infusiones de manzanilla y eucalipto, sus “grandes aliados”.

“Todo eso me ha ayudado en la casa, pero tenía la boca seca”, comenta. Tuvo que llamar al centro de salud cercano para que los médicos le hicieran la prueba. A los cuatro días se confirmó que tenía COVID-19, tiempo en el que también contagió a cuatro de sus familiares.

“Ya estaba muy desesperada, por ahí me iba a pasar algo, escuchaba las noticias y decía que algo me va a pasar, decía: ‘dónde voy a estar, tengo que pedir alguna cosa para que me saquen de aquí’. Estaba desesperada”, afirmó.

La historia no es distinta para Julio (nombre ficticio), quien está albergado desde el anterior viernes junto a su esposa. No sabe en qué circunstancias se contagió del mal, en el hospital donde trabaja o camino a casa, lo cierto es que llegó a infectar a tres de sus hijos y a su pareja.

“Con el Sedes (Servicio Departamental de Salud) hicimos (pruebas) y dieron positivo mis tres hijos y los ayudaron a aislarse (…). En la casa no tenía dónde aislarme de manera adecuada y tengo otros tres menores que dieron negativo. Luego me ayudaron y me trasladaron ya a este centro”, relato el paciente, entrevistado en radio Compañera.

Tanto Victoria como Julio están en habitaciones del Centro de Aislamiento departamental. Todos los días reciben cinco comidas y una rigurosa atención médica.

“Estamos en este centro donde nos encontramos muy bien, nos atienden. Mi esposa estaba internada en el Obrero y no había quién nos controle (…). Doy gracias a Dios por este centro de aislamiento, estamos estables y nos sacan muestras de laboratorio”, indicó Julio.

“Pensaba que me iba a pasar lo peor, pero gracias a Dios estoy bien hasta ahora (…). Lo voy a ganar, voy a vivir, voy a salir adelante (…), voy a seguir cuidándome con más ganas, no quiero volver a enfermarme”, enfatizó Victoria, con la esperanza de que estos días las pruebas digan que esa enfermedad mortal ya no está más en su cuerpo.

Ambos pacientes destacan las atenciones que reciben en el albergue habilitado por la Alcaldía. “Yo temía que otros menores que tengo en casa se me acerquen, era una susceptibilidad total como papá”, aseveró Julio.

El Centro de Aislamiento alberga a 54 pacientes (hasta el martes) leves y sospechosos, entre ellos hay 30 policías. El recinto cuenta con 600 camas. Todos los días se realizan evaluaciones médicas, si se detecta alguna complicación con algún internado se lo remite a un centro de salud autorizado.

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