Desde las 5 de la tarde multiples sectores de la ciudad, incluida la plaza Abaroa, se llenaron de familias, niños y mascotas, todos unidos por un mismo amor: la literatura.
Ambas ciudades acordaron trabajar en la creación de un sistema colaborativo que permita la distribución de productos entre La Paz y Trinidad, aprovechando la complementariedad de ambas economías.
Con el bullicio del sábado como telón de fondo, la plaza Humboldt no solo se transformó en un punto de comercio, sino en un símbolo de resistencia, comunidad y esperanza.