Paceños, orureños y peruanos lucharon y financiaron la Revolución de 1809

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Casa de Pedro Domingo Murillo. Foto: AMUN

Muchas mujeres apoyaron la causa, ¿sabes quién fue Úrsula Goyzueta?

AMUN/12-07-24

Personas de carne y hueso. Amigas, amigos de Pedro Domingo Murillo, mestizos, criollos paceños, orureños y peruanos, como Buenaventura Bueno, Apolinar Jaén, Juan Cordero, Gabriel Castro, Úrsula Goyzueta, entre otros, participaron de manera comprometida en la Revolución de 1809.

“Muchos eran paceños, pero había uno como Buenaventura Bueno, que nació en Cuzco y también, Apolinar Jaén, que ha nacido en Oruro. También había uno de las milicias, que va a ser Figueroa, que no ha nacido en España, es decir, entre todos ellos había un criollo, entre los principales”, afirmó el historiador, Randy Chávez.

Cuando comenzó la Revolución, el 15 de julio de 1809, los rebeldes salieron a las calles del centro de La Paz con la intención de combatir al Ejército realista. Uno de los revolucionarios fue Juan Cordero, quien junto a otras personas invadió con éxito el cuartel de los soldados reales, conocidos como los chapetones. Funcionaba en lo que hoy es la Academia de Historia Militar, en la calle Bolívar.

Primer revolucionario

Para celebrar la victoria, Cordero se colocó el sombrero y cartuchera de los chapetones. Salió a la ventana del cuartel para anunciar la toma y gritar: “Todo está consumado”. Sin embargo, fue confundido con el jefe de las milicias realistas y le dispararon. Es así que se convirtió en el primer revolucionario en ser enterrado el 17 de julio de ese año.

Gabriel Castro, fue también otro de los rebeldes que se enfrentó al Ejército realista en Irupana, donde lideró una gran resistencia. Pero también fue apresado, le cortaron la cabeza y que luego fue expuesta en la ciudad de La Paz.

Una de las mujeres que se destacó por apoyar la Revolución de 1809 y la lucha independista de Bolivia, fue Úrsula Goyzueta. El amor por su tierra llevó a esa mestiza originaria de Carabuco a comprometerse con la liberación paceña. Ella junto a las criollas Vicenta Juaristi Eguino y Simona Manzaneda, colaboraron sin dudar con la causa paceña.

Fue apresada en septiembre de 1816 acusada de complicidad por el enfrentamiento contra tropas realistas de 1814. Le cortaron el cabello, la pasearon desnuda por las calles, fue azotada y condenada a ser fusilada. Su madre pagó 4.000 pesos para evitar su muerte, por lo que fue desterrada a una de sus propiedades en Carabuco.

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