Palmira Robles es una maestra de técnica vocacional que mantiene activa su pasión por hacer adornos al detalle
AMUN/13-08-24
Adornos en forma de pizza, con un crujiente artificial queso y sus verduras o una taza de café acompañadas por donuts incluida la salsa dulce colorida, son parte de las manualidades que costuran las manos de Palmira Robles. Ella trabaja desde hace 30 años en la elaboración de manualidades en diferentes unidades educativas en virtud a su labor como maestra de técnica vocacional. Ahora realiza manualidades en fieltro, un material parecido al paño, para vender y aportar al sustento de su familia.
Estas creaciones son utilizadas como adornos y alfileteros. Su creatividad y dedicación es evidente al ver otras manualidades en forma de chocolates M&M, una canastita con pipocas y un vaso con gaseosa, como si alguna persona estuviera lista para ir a ver una película.
Ella participó en la Feria del Emprendedor junto a otras adultas mayores de las casas comunales de la ciudad de La Paz que se efectuó la semana pasada en la plaza del Bicentenario. Tenía previsto elaborar repostería como empanadas, queques y tortas, pero el tiempo no le alcanzó.
Actualmente, dedica la mayor parte de su tiempo a hacer manualidades pese a la falta de movimiento en tres de sus cinco dedos de la mano izquierda, situación que no le impide coser. “Con estos dedos hago”, afirma al mostrar sus dedos índice y pulgar. Se lastimó la mano y la rodilla al caer, cuando le intentaron robar la cartera.
Palmira es una mujer de 71 años y nació en la ciudad de Oruro. Es madre, abuela y fue maestra. El primer colegio en que comenzó a dar clases, luego de sus años de provincia, fue el Liceo Francia, luego siguió en el Liceo Bolivia, en lo que hoy es la Unidad Educativa Irene Nava y la última unidad en la que enseñó fue Pablo Iturri, ubicada en la zona de Chuquiaguillo.
Llegó a La Paz cuando tenía 20 años y con el objetivo de estudiar en la Normal Simón Bolívar. Vivía con una tía, que la orientó y colaboró en su época de estudiantes. No tuvo el apoyo de su padre ya que se separó de su mamá. Ante esa situación debía trabajar para pagar sus estudios y sustento. Desde esa época ya elaboraba ricas masitas y hacia manualidades que vendía a sus mismos compañeros de la normal.
Se jubiló del magisterio hace cuatro años y actualmente continúa con la elaboración de adornos para generar algún ingreso económico que sirve para aportar a su hogar, ya que vive con su hija y nietos. “Ya no hay nada que hacer, como estoy jubilada. Me entretengo con ello para no aburrirme”, manifiesta.
Asegura que los adultos mayores pueden seguir trabajando. “No estamos viejos, sino cansados. Pero tampoco tan cansados porque podemos seguir trabajando con lo que sabemos, seguir adelante y continuar no más con nuestra vida”, añade.
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