La gente, que terminó contenta después de los ejercicios, destacó la iniciativa de la Alcaldía y sugirió repetirla todos los fines de semana.
AMUN/ 29-09-24
El sol de la mañana se asomaba entre los edificios de la zona de Achumani, iluminando la plaza Mundial, un espacio de encuentro vibrante que cobró vida con los suaves movimientos de Tai Ji Quan.
Este arte marcial milenario, conocido por su capacidad de armonizar cuerpo y mente a través de la fluidez y el control, ofrecía una invitación abierta a los transeúntes y entusiastas de todas las edades. A medida que los participantes comenzaban a congregarse, se podía sentir en el aire una mezcla de expectativa y serenidad.
La práctica de Tai Ji Quan no solo se establece como un ejercicio físico; es una filosofía de vida que aboga por el equilibrio y la conexión espiritual. Allí, en medio de la plaza, los participantes se sumergieron en una serie de movimientos delicados, cada uno acompañado de respiraciones pausadas que parecían danzar con el viento. Vigías silenciosos se unían al grupo, atraídos por la cadencia de este arte oriental.
Doña Lourdes Coloma, una mujer adulta mayor y una de las participantes más entusiastas, no pudo ocultar su alegría tras la sesión organizada por la Secretaria Municipal de Salud y Deportes. “Bonito, bien, me siento más relajada,” comentó después de su primera práctica, mientras reflexionaba sobre la complejidad de la coreografía que había tenido que recordar. “El equilibrio es esencial, y esto realmente te ayuda,” agregó, visiblemente satisfecha. Su voz, impregnada de serenidad, resonaba en armonía con el ambiente.
A su lado, doña Teófila Candia compartía su entusiasmo. “Me siento muy bien, con más ánimo de afrontar el día,” exclamó, iluminada por la energía que emanaba del Tai Ji Quan. La conexión emocional era palpable: “No solo ha estirado los músculos, sino también la mente y el espíritu,” decía, enfatizando el impacto positivo que la práctica tiene en su vida diaria.
Doña Teófila agradeció a la Alcaldía de La Paz la iniciativa de efectuar esta actividad e incluso sugirió la idea de realizar un club de Tai Ji Quan. Su propuesta fue apoyada con entusiasmo por varios asistentes, quienes coincidieron en que una actividad comunitaria como esta podría unir a personas de todas las edades.
“Es algo para relajarse,” compartió Luz, una mujer de 35 años y madre de familia, quien también se unió a la sesión. “A veces, vivimos estresadas por el día a día, y estos ejercicios son fortalecedores.” La calidez de su risa se sumaba al ambiente, reflejando cómo tal actividad no solo cultivaba salud física, sino también bienestar emocional.
Con un brillo en los ojos, Luz imaginó a toda su familia unida en esta práctica, desde los abuelos hasta los más pequeños, disfrutando juntos de los beneficios del Tai Ji Quan. Su amiga Lourdes, que compartió la actividad, terminó agotada porque si bien los ejercicios son armoniosos requiere de una gran concentración, del movimiento de los músculos, las articulaciones.
“Entonces yo pienso que mañana vamos a estar macurcaditos. Ahora estamos relajaditos”, dice sugiriendo que la actividad se repita todos los fines de semana. Las palabras de doña Lourdes repicaban en el aire, resonando como un eco de esperanza y comunidad: “Este deporte es para toda edad, por eso me parece bien la iniciativa de la Alcaldía”.
Esther, una joven de unos 20 años, que se acercó por primera vez al Tai Ji Quan, decía que, aunque los movimientos parecían complicados al principio, la música y la atmósfera tranquilizadora la habían envuelto en una sensación de paz.
“Me gustaría practicar más seguido,” afirmó con determinación, evidenciando que el Tai Ji Quan es una práctica que puede adaptarse a cualquier estilo de vida, especialmente a los de quienes buscan un refugio del ajetreo cotidiano.
La sesión concluyó con una conversación animada entre los participantes acerca de los beneficios de la práctica contínua. Los rostros reflejaban una mezcla de satisfacción, calma y deseo de volver.
Así, la plaza Mundial no solo se había convertido en un espacio de ejercicio, sino en un punto de encuentro donde la salud, la mente y el espíritu se unieron en una danza de bienestar colectivo. En ese rincón del mundo, el Tai Ji Quan mostró no solo la importancia de sus movimientos, sino que invitó a todos a explorar un estilo de vida más equilibrado, reafirmando que siempre hay un espacio para la salud en un mundo donde el ritmo frenético amenaza con devorarlo todo.
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