Familias preparan “masitas dulces”, escaleras y caballos para recibir a difuntos en Todos Santos

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Las tradicionales masitas dulces de Todos Santos.

AMUN/31-10-22

La variedad de las “masitas dulces”, como galletas, alfajores, bizcochuelos, maicillos y suspiros, como también los panes en forma de escaleras, llamas y caballos, además de las t’ant’a wawas son los principales componentes de la mesa de Todos Santos, que se arma en los hogares para recibir a los difuntos, al medio día de este 1 de noviembre, y despedirlos a la misma hora el miércoles.

“Siempre se debe poner todo dulce para que ellos lleguen alegres, por eso se pone todo dulce en la mesa”, sostuvo una de las vendedoras de la que se instaló en el atrio de la iglesia La Merced por Todos Santos, durante el programa “La Paz en paz” que conduce el alcalde Iván Arias.

En el Centro de La Paz se realiza también las ferias por Todos Santos en la plaza Mayor y en el atrio del Monobloc de la Universidad Mayor de San Andrés, para que la población adquiera todos los panes y masas para armar su mesa para el 1 de noviembre y recibir a sus difuntos.

En la mesa tradicional de Todos Santos, se colocan todas las comidas y masitas que les gustaba a los difuntos en cada familia. Para los difuntos adultos se colocan t’ant’a wawas varones o mujeres y en caso de difuntos niños se colocan dulces y pasankallas, relataron la comerciantes de la feria.

La mesa de Todos Santos y todos sus aditamentos.

“Se ponen corona, el caballito para que lleven todo lo que han rezado, la escalera para que ellos bajen para visitarnos y vuelvan a subir. La caña que se pone les sirve de bastón en el camino pedregoso en el que se encuentran y se les recibe con agua, flores y el tocoro (tallo de la cebolla), que sirve para llevar agua y para que tomen cuando tienen sed”, explicó otra de las feriantes.

Las vendedoras agregaron que cuando hay un difundo “angelito”, se pone una mesa blanca el 31 de octubre, mientras que para los difuntos adultos, la mesa se debe armar el 1 de noviembre al mediodía. Además, aconsejaron poner la fotografía de los difuntos para que visiten a sus familiares en la tierra de los vivos.

“Cuando no se pone la foto ya no pueden venir. Es como la película de Coco, es la realidad. Mi papá falleció hace 25 años y lo sigo recordando con cariño y siempre nos viene a visitar y se siente cuando vienen, a mí me jala como diciendo aquí estoy. Le ponemos agua y coca cola que tanto le gustaba aparece menos”, contó otra de las vendedoras.

Además, en la feria del atrio de La Merced armaron una mesa y colocaron un panel para que la población escriba los nombres de los niños y mujeres que fueron víctimas de infanticidios y feminicidios, para que en 1 y 2 de noviembre eleven una oración por esas almas.  “Para que los que vienen a rezar y nosotras mismas vamos a elevar una oración para que Dios los tenga en su santa gloria”, dijeron.

El maicillo de harina de maíz o trigo es una de las masas dulces infaltables en la mesa de Todos Santos. Esta masa dulce simboliza la vida y la muerte de las personas, ya que se elabora con mucho esfuerzo y cuando se aplasta queda polvo, al igual que los seres humanos cuando mueren.

Uno de los puestos de venta de masitas de Todos Santos en San Francisco. Foto: AMUN.

Los suspiros son los dulces elaborados con claras de huevo y azúcar. Estos dulces son de todos los colores, tamaños y formas, y representan el último suspiro que dio la persona antes de morir. “Es el último suspiro que lanzamos y si lo aprieta todo se deshace es como nuestra alma que se está yendo, es esfuma”, contaron.

En tanto, el bizcochuelo elaborado en forma rectangular representa el ataúd, los canelones representan las coronas de flores que se lleva a los difuntos en su entierro. Mientras, que las comidas tradicionales en Todos Santos son el ají de lenteja y el ají de arveja.

La comerciantes también recordaron que años pasados había rezadores que iban a las casas. “Antes había los rezadores que iban a las casas con sus saquillos blancos. Te lo rezaban y les dabas comida”, contó el secretario municipal de Culturas y Turismo, Rodney Miranda.

Por otra parte, el Saúl Mallea de la Federación de panificadores de La Paz, que también participó en el programa radial afirmó que en estos días muchas personas van a los hornos a hacer pan y recordó que el horneado de un quintal de pan cuesta 210 bolivianos, la lata de suspiros tres bolivianos, de maicillos cinco bolivianos y de lechón entero 230 bolivianos.

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