Arias lo entrevistó en su programa “El Negro en la Calle” en la que el oyente se sumergió en los matices de su vasta trayectoria en las artes.
AMUN / 04-10-24
La tarde del 22 de agosto, en el programa radial “El Negro en la Calle” conducido por el alcalde Iván Arias, se tiñó de nostalgia y emoción. Hugo Pozo, un ícono del cine y la actuación boliviana, desnudó su alma ante el burgomaestre, revelando no solo su vasta trayectoria en las tablas y en el séptimo arte, sino también la esencia cultural de un país que tejió su historia a través de la cinematografía y el teatro.
“¿Cuántas películas has hecho, Hugo?”, inquirió Arias, mientras Pozo, con una mirada que reflejaba años de dedicación, respondió con orgullo: “Son 35 producciones, la mitad con cineastas bolivianos y el resto con colegas de Sudamérica, Centroamérica y Europa”.
El Alcalde, intrigado, preguntó sobre cuántos personajes había interpretado. “Muchos”, respondió y cada número de películas que pronunciaba, asistíamos a un desfile de personajes que dejaron huella, recuerdos tan vivos que parecían querer saltar de sus labios.
Con una voz cargada de recuerdos y vivencias, Hugo, recordando su primer amor en la gran pantalla, compartió su experiencia en «Chuquiago», un filme que trazó una crónica social de La Paz. La dirección estuvo a cargo de Antonio Eguino, quien, junto a venerables figuras del cine boliviano, creó una obra que se siente enraizada en las cuatro capas sociales de la ciudad.
En el aire flotaba el eco de un tiempo que ya no es, un tiempo donde la pasión por el cine germinaba en cada rincón. El Alcalde, con la curiosidad de todo entrevistador, preguntó sobre la fuente de su talento actoral. Pozo, iluminado por el recuerdo, habló del sentimiento que ponía en cada personaje. La conexión que establecía con sus roles, esa entrega apasionada, lo habían posicionado como uno de los grandes de la actuación en Bolivia.
“Me encantó tanto el cine que quise aprender de él”, confesó, narrando cómo pasó de ser un actor apasionado a un técnico de cine, siempre ávido de conocer los secretos de la creación cinematográfica. Esa transformación, casi mágica, fue posible gracias a la base sólida que había construido a partir de siete años de estudios teatrales en el Teatro Nacional Popular.
«El sentimiento que le ponía a todos los personajes» era la clave de su éxito. Pozo evoca su juventud, donde sus primeras escenas estaban llenas de un fervor auténtico que resonaba con el público.
La actuación teatral, con sus exigencias, era un contraste notorio al cine, donde se requería una dirección más sutil, un matiz distinto. «Tienes que enamorarte del personaje», decía, desglosando su método. Para él, cada rol es un universo en sí mismo; un viaje que comienza en la infancia y se sumerge en la esencia del ser.
La conversación dio un giro hacia su último proyecto, «El Zambo Salvito», una obra que revive la historia simbólica de un héroe popular boliviano. «Esta es una leyenda que toca temas tan vigentes como el racismo y la discriminación», relató, mientras su mirada se iluminaba.
Hablando de su abuelo y las historias que le contaron, Pozo reflejaba cómo el pasado sigue resonando en el presente. «El Zambo Salvito no solo es una figura; representa el dolor y el rencor de un pueblo», subrayó.
El recurso teatral es un hilo conductor en la obra que están por representar, y Hugo animó a todos a asistir: “No se lo pueden perder. ¡Todo el público de La Paz tiene que conocer a Zambo Salvito!”, dijo en ese momento.
Al final de la conversación, ya con el ocaso colándose por las ventanas, Pozo compartió su último recuerdo: su infancia en Potopoto. ¿Dónde has nacido? Preguntó el Alcalde. Con su tradicional chispa, Pozo respondió «en La Paz, en el barrio de Potopoto, Santa Bárbara». La risa y orgullo de un hombre que construyó su vida en torno a las historias, y que fue un ente vigilante que narraba y actuaba la esencia del ser boliviano.
¿En Potopoto?, pregunta incrédulo el Alcalde. “Claro, antes Santa Bárbara, en Miraflores se llamaba Potopoto. Y cuando he nacido ha temblado también”, dice al hacer referencia a un temblor que vivió el conocido cerro paceño, ubicado en la zona de Miraflores.
En cada palabra de Hugo Pozo había un homenaje a la cultura, una celebración de las raíces y un llamado a preservar las historias que dan vida a un pueblo. En su mirada, en su voz, sentíamos la historia latente de un país que se reinventa en cada proyección, en cada obra, en cada corazón que late al ritmo de su legado.
El actor paceño Hugo Pozo falleció la mañana este lunes a sus 75 años de edad aquejado por un problema de salud que lo mantenía hospitalizado.