La comunidad, en un gesto de unidad, se reunió para recordar a aquellos que han atravesado momentos difíciles.
AMUN / 31-12-24
Bajo el cielo gris de Bajo Llojeta, se celebró una emotiva “Misa de Esperanza” en conmemoración de los 38 días transcurridos desde la devastadora mazamorra que, el pasado 23 de noviembre, sepultó 40 viviendas bajo un manto de lodo.
Este trágico evento, causado por la combinación de intensas lluvias y la actividad de la empresa Kantutani que hizo movimientos de tierra sin los permisos necesarios, dejó a muchas familias sumidas en la incertidumbre y el desamparo.
La ceremonia fue oficiada por el padre Luis Soleto, párroco de la Iglesia El Calvario, en el campamento de emergencias establecido por la Alcaldía. A su lado, el alcalde Iván Arias, en compañía de su esposa, Mercedes Butrón, y su hija, Andrea Arias, representaron a las autoridades que, conmovidas, se unieron a los vecinos en este acto de solidaridad y esperanza.
También estuvieron presentes figuras como Juan Pablo Palma, Gonzalo Barrientos, presidente del organismo de participación y control social, y Eulogio Aruquipa, representante de la FEJUVE La Paz.
El ambiente era de recogimiento. La comunidad, en un gesto de unidad, se reunió para recordar a aquellos que han atravesado momentos difíciles. Con voz serena, el padre Luis Soleto exhortó a los presentes: “Estamos aquí reunidos como una iglesia, como una comunidad y como una sociedad para rezar por estos hermanos que han pasado momentos difíciles.” Sus palabras resonaron en los corazones de quienes se aferraban a la esperanza de un futuro mejor.
“Hoy pediremos al Señor que tenga misericordia”, continuó el sacerdote, “que ayude por medio de su Espíritu Santo, a través de los hombres de la caridad, a todas estas personas.” La misa no solo fue un tributo a los damnificados, sino también un homenaje a la memoria de Camila Mendoza, una niña que, lamentablemente, perdió la vida en el desastre. “Creemos que se encuentra en la gloria de Dios”, afirmó el padre Luis, recordando el sentido de fe que une a la comunidad en tiempos de dolor.
La liturgia prosiguió con lecturas que invitaron a la reflexión. Desde la primera carta de San Juan, donde se advierte sobre la llegada de los anticristos, hasta el Salmo que exhorta a alegrar el cielo y la tierra, los asistentes se unieron en una misma voz.
La proclamación del Evangelio, con la poderosa afirmación de que “la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”, resonó con particular fuerza, recordando que la luz siempre brilla en las tinieblas.
El momento culminante llegó cuando el padre Luis, con una convicción palpable, recalcó que “nuestro Dios no es un Dios que mira de lo alto, sino que se hace carne entre nosotros”. En esta festividad, la comunidad no solo celebraba el nacimiento de Jesús, sino también la resiliencia de quienes, a pesar de la adversidad, se niegan a perder la esperanza.
Al finalizar la misa, las palabras de consuelo y la oración por un futuro más luminoso se sintieron en el aire. La “Misa de Esperanza” no solo fue un acto religioso, sino un llamado a la unidad y a la solidaridad en un momento en que la comunidad de Bajo Llojeta necesita más que nunca el apoyo de todos. En cada rostro, en cada susurro de oración, se palpaba el deseo de renacer, de salir adelante y de reconstruir lo perdido, con la fe como faro en la oscuridad.
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