Concentradas dos mujeres amasan la mezcla de harina, huevos, azúcar y leche, otras tres decoran  con glasé rosado las galletas recién horneadas. Todas apuran la labor para vender sus productos en San Valentín.

El trabajo hace que el silencio reine en la cocina del Albergue Integral  de Mujeres Víctimas de Violencia, donde estas cinco y otras 14 mujeres víctimas violencia encontraron su refugio temporal en febrero de este año.

La concentración que demanda el decorado, permite que el dolor del pasado y las preocupaciones del mañana desaparezcan por unos instantes.

La maestra les indica que hagan formas con el glasé. Sara (26) la escucha atentamente y afina el decorado con la pasta blanca sobre la rosada.

Ella es de Cochabamba; llegó hace dos  años a La Paz en busca de mejores oportunidades. Al inicio trabajó, pero de a poco su esposo la controlaba, administraba su dinero y le prohibió trabajar. “‘Te vas a quedar a cuidar a nuestros hijos y voy a ser yo el que trabaje’, me dijo”, recuerda Sara.

No da más detalles de su pasado y se limita a comentar que por los maltratos recibidos, se volvió “fría”.

Las mujeres que sufren violencia intrafamiliar terminan afectadas emocionalmente. Por ello, el Albergue municipal además de acogerlas a ellas y a sus dependientes, también les brinda ayuda profesional.

“Constantemente trabajamos el lado emocional de las mujeres que sufrieron violencia. Todo el tiempo estamos construyendo su autoestima, que se ha visto afectada por diferentes formas de maltrato”, explica la coordinadora de este centro, Consuelo Cadena. 

Capacitaciones

Desde su inauguración (2015), este alberge acogió a 275 mujeres que tuvieron que salir de su hogar para salvaguardar su integridad y la de sus hijos.

De acuerdo con los datos del albergue, la mayoria de las mujeres acogidas es de bajos recursos. De ahí, que el albergue municipal ofrece capacitaciones técnicas en gstronomía, repostería, tejido, bordado, manualidades y peluquería.

Esas labores les permite generar ingresos y así lograr, paulatinamente, su independencia económica, que es uno de los factores,  por el cual sus parejas ejercieron violencia.

Así, tras su permanencia en el Albergue, que es máximo de tres meses, las mujeres cuentan con herramientas para desempeñarse y sustentarse a ellas y a sus hijos.

Independencia económica y emocional

Tras terminar el preparado de las galletas, las mujeres están a la espera de venderlas en las calles paceñas y en algunas oficinas de la Alcaldía el día de los enamorados.

“No tengan miedo, han hecho un buen trabajo, seguro que nos van a comprar”, les  alienta la profesora a sus alumnas, quienes están algo nerviosas.

“Así es al inicio, te da miedo, pero después lo vas perdiendo y te vuelves más segura al hablar con la gente y al ofrecer tu producto porque sabes que lo has hecho bien”, comenta Andrea (25), quien ingresó hace dos meses al albergue junto con sus tres hijos.

Además de las capacitaciones, el Albergue impulsa que en fechas como San Valentín, estas mujeres puedan generar recursos. “Con esta actividad les alentamos a creer que pueden triunfar en cualquier actividad que se propongan; académica, profesional o laboral”, dice el jefe de Albergues y Casas de Acogida Municipales, Evert Tórrez. 

Su paso por el Albergue es el inicio para que las mujeres se vulevan empredendoras. Por ejemplo, tras salir cuatro jóvenes que estuvieron albergue el año pasado emprendieron su negocio y otras continuaron sus estudios técnicos, relata la directora de la Defensoría Municipal, Jaqueline Llanos.

La independencia económica permite que las mujeres crean en sí mismas para sacar a su familia adelante sin depender de alguien. Esta creencia aumenta su autoestima. “Ya no somos víctimas, hemos aprendido que fue nuestra decisión seguir con una persona violenta, solo que no éramos conscientes del daño que nos causaban. Ahora que hemos abierto los ojos podemos tomar responsabilidad por nuestras decisiones”, dice Andrea.

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