¿Cuál es el origen del Ekeko?

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Ekeko hecho por una artesana que carga una casa, auto, dólares, arroz y otros productos haciendo alusión a la escasez que hubo en el país en 2024 y continúa. Foto: AMUN

De una figura con el falo erecto en la época prehispánica a llevar laptops y dólares en el siglo XXI.

ESPECIAL ALASITA DEL BICENTENARIO

AMUN/22-01-2025
Ibeth Carvajal Cornejo

Investigaciones, leyendas, interpretaciones y reinterpretaciones de las tradiciones son parte del origen del Ekeko, que junto a las miniaturas son esenciales en la celebración de la Alasita. Todas lo relacionan con la fertilidad y abundancia de las cosechas, animales y seres humanos.

De una figura con el miembro descubierto en la época preshispánica a llevar laptops y dólares en el siglo XXI. ¿Por qué? La socióloga e investigadora de la Secretaría Municipal de Culturas y Turismo, Vida Tedesqui conversó con la Agencia Municipal de Noticias y mencionó los estudios arqueológicos de Carlos Ponce sobre el hallazgo de miniaturas en Tiwanaku.

«La función social de ese entonces se caracteriza porque eran tributos dedicados a la agricultura», explicó la experta. En el jallupacha o la temporada de lluvias dejaban las illas, que son elementos en miniatura alusivos al hombre, y las ispallas, relacionadas a los animales y cosechas. Eran expuestas al sol, considerado un dios.

En esa línea, el historiador Germán Choquehuanca habla de miniaturas de gibosos encontrados en Tiwanaku. «La Alasita está cargada de mitos, leyendas, interpretaciones y reinterpretaciones; se dice que esas personas con joroba traían buena suerte y estaban asociados a ser los elegidos», detalló Tedesqui.

Tunupa

En el libro «Tunupa y Ekako», el arqueólogo Carlos Ponce busca descifrar la identidad entre el dios preincaico Tunupa y el Ekeko, además de la perduración de elementos precolombinos en la cultura actual. Los casos de jorobados los asocia a Tunupa, que era el dio del volcán y el rayo.

Para Tedesqui, continúa asociado a la época de lluvias. Además, otros autores mencionan que en el altiplano, las personas con joroba eran vistas como hijos de Tunupa o tocadas por el rayo.

Por otra parte, la investigadora recordó a la illa del Ekeko, conocida como Iqiqu Tunu, que fue robada de Tiwanaku y data del año 200 a. C. Pertenece a la cultura Pukara. Es una figura de piedra de 15,5 centímetros y representa a la deidad de la abundancia y prosperidad. Bolivia la recuperó en 2014.

Antes, estaba desnudo y destacaba su falo erecto, símbolo de fertilidad.

Imagen del Ekeko antes de la llegada de los españoles. Foto: AMUN

Investigadores

  • El cronista indio Guamán Poma para 1612 informa sobre el rol del Ekeko que funcionaba como autoridad en el reino Inca: «En el Tawantinsuyu existió Equeco ynga, autoridad como regidor administrador despensero». (Poma, 1992, 161).
  • En el diccionario mitológico de Hans Van Den Berg se advierte lo siguiente: «Ekeko o Ekeko, antiguo dios de la buena suerte y de la abundancia, representado por un simpático enano jorobado. Las representaciones de este pequeño dios son adornadas con una variedad grande de objetos en miniatura (casa, camión, utensilios domésticos, víveres, etc.). La persona que tiene tal representación espera obtener esos objetos en forma real. Relacionada con el iquiqu está la fiesta de Alasitas». (Van Den Berg, 1985; 40).

Leyendas, 1781

Durante la colonia hay una leyenda, la de Antonio Diaz Villamil. En 1781, Isidro Limachi, uno de los indígenas que participó en el cerco a La Paz, le regaló una pequeña estatua a su enamorada, Paula Tintaya, cuando ella se fue a trabajar a la ciudad con Josefa Úrsula de Rojas y Sebastián Segurola, quien era gobernador y comandante de armas de La Paz.

Cuando la ciudad fue cercada por un movimiento indígena liderados por Túpac Katari, para rebelarse contra la corona española, por muchos meses el agua y alimentos eran escasos. Paula llevó comida a sus amos y les mostró la estatua del Ekeko de Tiwanaku, que estaba desnudo.

«Después del cerco lo ven como hombre blanco con chapas rojas, con una fisonomía parecida a la del suegro de Segurola, quien era regordete y de estatura baja», relató Tedesqui. Los primeros años, la miniatura era vendida sin ropa y eran las personas quienes le cargaban con productos agrícolas.

Con los años, ya lo vistieron y también le hacían rituales, como hacerle fumar cada martes y miércoles, de no cumplir con ello, la creencia dice que les llegaba la mala suerte. Ahora lleva abarrotes, billetes, aparatos electrónicos y un sin fin de sueños, dependiendo de la coyuntura.

Sin embargo, en la actualidad, para Tedesqui cobran más relevancia las miniaturas. ¿Compró las ollas de la fortuna?, ¿las canastitas con una variedad de productos para el hogar?, ¿bebés, certificados de salud, casitas o autos?… Aún así, aquel hombre bigotudo y regordete sigue siendo un elemento tradicional de la Alasita.

Dato

Fuente de los cuadros: «Fiesta popular de Alasita en el escenario paceño», investigación de la Secretaría Municipal de Cultura y Turismo de la Alcaldía de La Paz.

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