Una mezcla de energías y tradición preceden al momento de bendecir las miniaturas cada 24 de enero al mediodía

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Un amauta hace una sahomerio para una devota del Ekeko que pide que sus sueños se hagan realidad con la compra de miniaturas. Foto: AMUN.

El paso de la mañana a la tarde conjunciona dos momentos del día, tal como ocurre cuando se recibe el Año Nuevo.

ESPECIAL ALASITA DEL BICENTENARIO

AMUN 21/01/25

Juan Manuel Miranda M.

¿Qué misterio encierra cada mediodía del 24 de enero como para que la ciudadanía haga sahumar y bendecir, a esa hora, las artesanías en miniatura que compra en la Feria de la Alasita? La socióloga Vida Tedesqui considera que dos aspectos explican el por qué la población se vuelca a las iglesias para hacer bendecir los objetos que compra y a los yatiris para hacer sahumerios: la tradición y las energías que se conjuncionan al mediodía.

“Tiene que ver con el sentido de la energía, que se concentra a mediodía o a medianoche, es como que se están abriendo dos fuerzas, digamos, estamos pasando de la mañana a la tarde o de la noche a la madrugada. Es magia, la Alasita es una magia, la magia de las miniaturas que se hacen realidad. Las personas depositan esa energía, esa fuerza, creyendo que lo que están comprando a mediodía o antes y lo ch´allan, y lo hacen bendecir, va a tener buen cauce, se va a hacer realidad”, explica Tedesqui.

Como coautora del libro “Fiesta popular de Alasita en el escenario paceño”, la investigadora apunta a la tradición como el segundo aspecto esencial para que la gente haga sahumar y bendecir sus artesanías al mediodía de cada 24 de enero. 

“Es una tradición también, que viene desde hace años. Los abuelos siempre decían: ´a mediodía te vas a comprar la miniaturas´. En los años 80 eran muy comunes los costalitos de papa, de chuño y demás, y ahora también lo vemos en las ollas de la fortuna. Eso tenemos que comprarnos para que no nos falte durante todo el año la comida. Y eso viene por tradición de todo lo que pasó desde 1781, cuando hubo el cerco a La Paz”, rememora.

Esa fuerza y energía a la que hace alusión Tedesqui se expresa en el anhelo del creyente de tener días mejores en diversos rubros de la vida, como ser la salud, el trabajo, la profesión, tener una pareja o los estudios. Y el momento justo para pedir que esos sueños se conviertan en realidad es el mediodía del 24 de enero, cuando los creyentes hacen sahumar sus miniaturas y, al mismo tiempo, bendecirlos con agua bendita.

“A las mismas caseras que nos venden las miniaturas le preguntas: ¿me lo puedes ch´allar? Ella te lo ch´alla de forma ritual con un poco de incienso y algo de alcohol, y luego vas a la iglesia, posiblemente, a hacer bendecir. El incienso sería algo así como darle la energía, precisamente, a través de los humos y demás, la fuerza.  Y el alcohol, básicamente, te da energía, como la coca que ponen los yatiris”, señala Tedesqui.

El sincretismo cultural y religioso propio de la festividad

Puede sonar contradictorio, pero la fe hace que la ciudadanía no solamente deposite sus esperanzas en un sahumerio cuando compra sus miniaturas y exprese su deseo al Ekeko de que lo adquirido en la Alasita se haga realidad.

Esa misma fe hace que la gente acuda a las iglesias para bendecir coches, casas o títulos profesionales en miniatura para que se conviertan en realidad. Para Tedesqui, este fenómeno responde más a un sincretismo religioso y cultural que tiene relación con una tradicional celebración católica del 24 de enero, que es la fiesta de la Virgen de Nuestra Señora de La Paz. 

“Es una especie de sincretismo entre lo andino y lo católico. El 24 de enero es la fiesta de Nuestra Señora de la Paz, celebramos a Nuestra Señora de la Paz porque el calendario gregoriano no sacó de su calendario la fiesta de la Virgen de Nuestra Señora de la Paz. Siempre, algunos creyentes más acérrimos, más católicos, van y celebran a la Virgen de Nuestra Señora de la Paz el 24”, explica la investigadora, a tiempo de señalar que es Pura Pura el barrio donde esta festividad se realiza.

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