Este año, la innovación llegó con los «monoambientes», casas que representan un sólo espacio, en contraste con las viviendas más grandes de épocas pasadas.
AMUN / 16-01-25
En una tranquila tarde paceña, el bullicio de la ciudad parece distante, pero en una pequeña casa ubicada en la zona Villa Litoral del Distrito 17 del marcrodistrito San Antonio de La Paz, la actividad creativa está en pleno apogeo. Don Yasmani Morales, un artesano de tercera generación, reproduce en miniatura una serie de artesanías que pronto adornarán los puestos de la Feria de Alasita, un evento emblemático que celebra la cultura y la tradición boliviana.
En su programa «El Negro en la Calle», el alcalde Iván Arias se adentra en el mundo de la yesería, donde cada detalle cuenta. «Vamos a entrar a tu taller», le dice a Yasmani, mientras suben las escaleras que conducen a su hogar, una casa que ofrece una impresionante vista de la ciudad. Pero la verdadera maravilla se encuentra en el taller, en la parte inferior, donde la creatividad y el esmero se entrelazan.
El arte de la yesería, heredado de su padre, fue la pasión de Yasmani por más de 20 años. «Nosotros producimos todo tipo de artesanías en yeso para la feria», explica, mientras muestra sus productos más recientes: casas en miniatura que reflejan la tendencia actual de los jóvenes que buscan espacios más pequeños y funcionales.
Este año, la innovación llegó con los «monoambientes», casas que representan un sólo espacio, en contraste con las viviendas más grandes de épocas pasadas. «En mis tiempos, una casa grande era la norma», recuerda con nostalgia, mientras habla sobre las preferencias cambiantes de las nuevas generaciones.
A medida que avanza la conversación, Yasmani revela sus planes para llevar sus creaciones a otros rincones del país, incluso más allá de las fronteras. «Entregamos a Cochabamba, Santa Cruz, y hasta hemos llevado productos a Perú y Argentina», dice con orgullo.
Entre risas y anécdotas, el diálogo entre el Alcalde y el artesano se adentra en los detalles del proceso de creación. Yasmani explica cómo cada figura, cada casa, requiere un meticuloso proceso de modelado y vaciado en yeso. «No es sólo un simple trabajo; es un arte», enfatiza. Él y su equipo utilizan moldes de alta calidad, lo que asegura que cada pieza sea única y resistente.
La conversación se torna más animada cuando Yasmani muestra algunos de sus productos más populares: alcancías personalizadas de personajes favoritos y adornos para el hogar que reflejan las tendencias actuales. «Ahora todo el mundo quiere llevar un pedacito de su historia a casa», señala.
Mientras Yasmani muestra orgullosamente su taller, el alcalde Arias no puede evitar admirar el espíritu emprendedor que se respira en el ambiente. «Estas manos son las que dan de comer», dice, al reconocer el esfuerzo y la dedicación que hay detrás de cada pieza creada.
Con la llegada de la feria de Alasita, la emoción crece. «Estamos listos para atender a todos nuestros clientes y amigos. La feria se ha inaugurado y ya hay mucho interés», afirma Yasmani, mientras empaqueta cuidadosamente sus miniaturas, listas para ser enviada a la feria.
El proceso de compra evolucionó; los artesanos ahora utilizan tecnología moderna como el sistema QR para facilitar las transacciones. «El 80% de las ventas son ahora digitales», comenta este artesano, al señalar cómo las tradiciones se adaptan a los tiempos modernos.
A medida que la tarde avanza, los preparativos continúan. Don Yasmani invita a todos a visitar la feria mayorista, un lugar donde la creatividad y la cultura se entrelazan. «Tenemos de todo: gallitos, alcancías, casas y mucho más. Vengan a disfrutar de la magia de Alasita», concluye con una sonrisa.
La historia de Yasmani es solo una de las muchas que se entrelazan en la gran narrativa de la Feria de Alasita, un testimonio del talento y la dedicación de los artesanos bolivianos que, con sus manos y corazones, transforman la tradición en arte vivo.
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