Reconocimiento póstumo a Hugo Pozo

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Velorio del actor Hugo Pozo. Foto: AMUN.

“Alguien me preguntó qué se necesita para ser un buen actor”

AMUN 30-12-2024

El Warjata era el nombre del personaje que reflejaba al hombre paceño con sus virtudes y defectos, era el más querido por Hugo Pozo Arias, aquel actor que solía decir: “El teatro es mi vida y el cine mi pasión”.

El pasado 4 de noviembre la luz de sus ojos se apagaba, aquella que alumbró su trayectoria a lo largo de más de 50 años convirtiéndolo en todo un maestro de la actuación, tan versátil que podía  realizar drama y comedia sin problema.

“Definitivamente Hugo Pozo es un ícono de la cultura nacional, de las artes en Bolivia.  es una pérdida muy grande para el país, pero sí me deja como institución un legado muy grande y una responsabilidad de seguir llevando lo que él me ha enseñado durante tantos años”, dijo su hijo Gueri Pozo a momento de recibir el reconocimiento póstumo Joya 2024 impulsado por el gobierno Autónomo Municipal de la Paz y la Agencia Municipal de Noticias

Hugo Pozo nació en 1949 e inició su carrera  a los 23 años. Sin embargo el gusto por el teatro surgió cuando era un niño, relató que tuvo que vencer la timidez.  “Cuando tenía seis y siete años decía voy a ser actor de cine y no contaba con que en esa época yo  era una persona exageradamente introvertida y tímida”, recordó.

Dio sus primeros pasos en el Teatro Nacional Popular para luego incursionar en el cine. La primera película en la que participó fue Chuquiago, un filme icónico del cine boliviano. Al igual que Mi Socio

El maestro Pozo consideraba que uno de los filmes que lo catapultó a otras esferas fue American Visa, junto a Kate Del Castillo y Demian Vichir, actores mexicanos. No sólo brilló en las tablas y el cine sino que también fundó su propia compañía de teatro para formar a las nuevas generaciones.

“Alguien me preguntó qué se necesita para ser un buen actor y yo respondí tres condicionantes: disciplina, puntualidad y entrega al trabajo”, ese era el lema de Hugo Pozo y la enseñanza que inculcaba en sus estudiantes para conseguir sus sueños

En cada actuación Pozo ofrecía más que entretenimiento, un espejo de la realidad boliviana, un espacio de arte donde se reflejaba las vivencias y la lucha de la gente. “Soy un Quijote del arte”, decía. Se consideraba un actor del pueblo para el pueblo.

Detrás de las cortinas y las luces era un hombre de familia, casado y padre de tres hijos a quienes también transmitió su amor y pasión por la actuación, al igual que a sus nietos.

A la edad de 75 años falleció pero su voz, actuaciones y sus experiencias en el cine y el teatro continuarán escuchándose y admirándose.

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