El alcalde Iván Arias visita la Feria Navideña con su programa radial «El Negro en la Calle»

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La feria, que se llenaba de aromas y colores, también fue el escenario de conversaciones amigables entre los visitantes. Foto: AMUN

La diversidad de productos era notable: desde arbolitos de Navidad y nacimientos de todo tamaño hasta comida típica.

AMUN / 19-12-24

En una tarde llena de alegría y colorido, el alcalde Iván Arias se hizo presente en la Feria Navideña para conducir desde allí su popular programa radial «El Negro en la Calle». La actividad, que se desarrolla en el parque urbano central, atrae a numerosos feriantes y visitantes, quienes buscaban adornos navideños y productos típicos para celebrar las festividades.

Al ingresar a la feria, el alcalde se detuvo a charlar con los feriantes, quienes compartieron sus experiencias y preocupaciones. Uno de ellos, con un brillo en los ojos, explicó que muchos de los adornos que vendían eran importados, mientras que otros eran elaborados a mano por ellos mismos. “Los adornitos que está viendo, estos los trabajamos nosotros, pero esos otros adornitos compramos, y todo ha subido”, comentó el feriante, visiblemente afectado por el incremento de precios.

La conversación continuó con un llamado de atención hacia el alcalde. “Yo quisiera que usted, que está en la posición que está, reconozca lo que hacemos los artesanos. Desde mis siete años tengo este puesto y ya son 61 años vendiendo”, expresó una mujer con nostalgia, quien solicitó apoyo para su sector.

La feria, que se llenaba de aromas y colores, también fue el escenario de conversaciones amigables entre los visitantes. “¡Qué gusto verte! ¿Cómo van las ventas?”—preguntaba el Alcalde a cada puesto que visitaba. La respuesta era siempre positiva, aunque los feriantes también manifestaban sus inquietudes sobre las ventas en tiempos de pandemia y la competencia de productos importados.

Los niños, en vacaciones, se veían felices disfrutando de los dulces y juguetes. “Aquí estamos, vendiendo churros y otras delicias”, decía una vendedora mientras atendía a un grupo de pequeños que se acercaban con ojos radiantes.

La diversidad de productos era notable: desde arbolitos de Navidad hasta comida típica. “Todo lo que se necesita para una buena celebración”, comentaba un artesano, mientras mostraba sus creaciones en Aguayo, una tela tradicional boliviana. “Estamos aquí para mostrar nuestra cultura y tradiciones”, añadía con orgullo.

El ambiente de camaradería y fiesta se sentía en cada rincón de la feria. “Vengan, no se olviden de comprar para sus seres queridos. Estamos dando precios accesibles”, invitaban los feriantes, conscientes de que el aguinaldo navideño de muchos podría ser la clave para su éxito.

Durante su recorrido, el alcalde no solo escuchó, sino que también se comprometió a brindar apoyo a los feriantes. “Los invito a todos a que vengan a comprar aquí. Es importante apoyar a nuestros artesanos y a la economía local”, enfatizó.

VARIEDAD

Entre los coloridos stands, los vendedores ofrecían un sinfín de productos navideños. Desde velas y adornos hasta juguetitos que hacían brillar los ojos de los niños, cada puesto era un reflejo de la creatividad y la dedicación de los emprendedores locales.

 «¡Mira qué lindos esos juguetitos!», exclamaba una madre mientras señalaba a sus pequeños que observaban con curiosidad, deseosos de llevarse a casa algo especial. La atmósfera vibrante se llenó de risas y música, mientras las voces de jóvenes y adultos vendedores se unían al coro de «¡Venga, venga, venga!», que resonaba en cada rincón del mercado.

«Esto es para mi casa», decía un joven entusiasmado, mientras examinaba un árbol de Navidad que iluminaría su hogar. La unión familiar se palpaba en el aire; cada compra era un pequeño gesto de amor hacia sus seres queridos.

Sin embargo, la lluvia amenazaba con interrumpir el paseo por la feria. «La naturaleza a veces es caprichosa», comentaba uno de los comerciantes, «pero aquí estamos, con paciencia y esperanza, listos para recibir a todos».

El alcalde Arias, acompañado de los comerciantes, instaba a la ciudadanía a no dejarse llevar por el mal tiempo. «Vengan a comprar aquí, en nuestro sector, donde la alegría y la tradición se encuentran», decía con una sonrisa, mientras abrazaba a los vecinos que se acercaban a saludarlo.

Uno de los momentos más emotivos ocurrió cuando un vendedor mostró un nacimiento andino, una pieza que representaba no solo la Navidad, sino también la rica cultura del país. «Esto es un regalo perfecto para mi amiga en Francia», decía una madre emocionada, con la idea de llevar un pedazo de su hogar al extranjero. El sentido de comunidad y pertenencia se hacía evidente en cada conversación, cada risa compartida.

La feria no solo era un lugar de compras, sino un espacio donde las tradiciones se celebraban y se transmitían de generación en generación. Los niños, vestidos como pequeños príncipes, recorrían los pasillos con un brillo especial en sus ojos, mientras los adultos intercambiaban anécdotas y consejos sobre los mejores regalos. «Aquí estamos, mostrando lo mejor de nuestra cultura», afirmaba un vendedor, destacando la importancia de mantener vivas las costumbres.

A medida que el sol comenzaba a descender, la iluminación navideña empezó a brillar con más fuerza, creando un ambiente mágico. La Feria Navideña no solo ofrecía productos, sino también un refugio de calidez y unidad en medio del bullicio de la vida cotidiana.

DE TODO PRECIO

«¡Estamos en el Negro en la Calle!», exclama el Alcalde, mientras su voz resuena entre los stands decorados con luces brillantes y adornos festivos. Lo podemos ver caminando entre los vericuetos de la feria, invitando a todos a conocer las maravillas que se ofrecen.

Aquí, cada puesto cuenta una historia, desde los arbolitos de Navidad hasta la ropita colorida para los niños, pasando por ahorradores que brillan como estrellas en la noche. La feria, que celebra su 15° aniversario, ha crecido en tamaño y en variedad de productos.

«Este es un acto de solidaridad», menciona uno de los expositores, recordando a todos que al comprar, están apoyando a los artesanos locales. Las luces titilan y los aromas de comida callejera llenan el aire, creando una experiencia sensorial que atrapa a todos los visitantes.

«Todo a precio de caja», grita un vendedor desde su puesto, mientras muestra orgullosamente los pesebres que ha elaborado con sus propias manos. «Vengan, que estamos rematando».

La urgencia de los últimos días antes de Navidad se siente en la voz de todos, y la gente no puede resistirse a llevar un pedazo de la feria a casa. Los precios son accesibles, y los productos, auténticos; un reflejo del arduo trabajo de las familias que se esfuerzan por mantener vivas las tradiciones.

«Cada año la feria es más grande», comenta un visitante, mientras observa las coloridas luces que adornan el lugar. La variedad de artículos es abrumadora: desde nacimientos de diferentes tamaños hasta juguetes y dulces. «Es una Navidad llena de novedades», añade, mientras se detiene a mirar un Papá Noel que canta y se mueve, un clásico que nunca pasa de moda.

Las interacciones son constantes. Familias enteras se agrupan para degustar anticuchos, arepas y otros manjares que se ofrecen en los puestos de comida. La alegría es contagiosa; los vendedores no solo ofrecen sus productos, sino que también comparten sonrisas y anécdotas, creando un ambiente familiar que invita a todos a participar.

A medida que avanza la tarde, el Alcalde continúa su recorrido, saludando a los visitantes y agradeciendo a los expositores por su dedicación. Su presencia da un toque especial al evento, resaltando la importancia de apoyar la economía local y fomentar la unidad en la comunidad. «Estamos aquí para celebrar juntos», dice, mientras observa cómo la feria cobra vida en cada rincón.

La Feria Navideña en el Casco Urbano Central es más que un simple mercado; es un espacio donde la comunidad se une, donde la solidaridad y la alegría se entrelazan, creando un ambiente mágico que solo la Navidad puede ofrecer. Con cada compra, cada saludo y cada risa, se construye un sentido de pertenencia que trasciende más allá de las festividades. Este es el espíritu navideño que todos anhelamos, y que en esta feria, se siente más vivo que nunca.

Con el fin de semana acercándose, el espíritu navideño se apoderaba del lugar. «¡Vamos, vamos!», gritaba el Alcalde, invitando a todos a unirse a la celebración. La feria, un verdadero corazón del sector, se convertía en un símbolo de esperanza, alegría y la promesa de que, juntos, como hermanos, podían enfrentar cualquier adversidad. El tiempo podría ser limitado, pero la magia de la Navidad y el amor por la comunidad, sin duda, perdurarían.

Con luces brillantes y un aire festivo, la Feria Navideña se convirtió en el punto de encuentro perfecto para celebrar la cercanía de la Navidad. Los feriantes, satisfechos con la visita del Alcalde, sentían que su trabajo no pasaba desapercibido. “Gracias por su apoyo, señor Alcalde”, se escuchó, en varias ocasiones, un eco de gratitud que resonaba entre los puestos.

El mensaje era claro: la Navidad se vivía en comunidad, y cada compra significaba un apoyo a las tradiciones y a las familias que trabajaban con dedicación para hacer de esta época algo especial. El Alcalde, con su carisma y cercanía, se convirtió en un puente entre la administración municipal y los ciudadanos, reafirmando su compromiso con el desarrollo local y el fortalecimiento de la cultura boliviana.

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