Con el bullicio del sábado como telón de fondo, la plaza Humboldt no solo se transformó en un punto de comercio, sino en un símbolo de resistencia, comunidad y esperanza.
AMUN / 16-11-24
Este sábado, la plaza Humboldt, ubicada en la zona sur de la ciudad, fue escenario de un auténtico festival de sabores, colores y sonrisas. Al calor del sol de la mañana, la comunidad se reunió en un bullicioso punto de encuentro donde los productores locales, amas de casa disciplinadas y curiosos vecinos convergieron en un mismo objetivo: el Mercado del Bien Común. La iniciativa, promovida para ofrecer productos frescos directamente desde las manos de quienes los cultivan, se ha convertido en un anhelo compartido por todos los amantes de las alternativas accesibles y de calidad.
Entre los stands de frutas, hortalizas y golosinas, Lizath Calle, impulsora de una línea de productos, se detuvo a dialogar con sus clientes. “La empresa está pasando por algunos problemas, pero queremos mostrarles que seguimos aquí, de pie, ofreciendo lo mejor para ustedes”, compartió con un tono de determinación.
Mientras ofrecía galletas de diferentes tipos y panetones subrayó la importancia de ofrecer precios accesibles: “Es cierto que los costos han subido un poquito, pero no es algo elevado. La calidad sigue manteniéndose muy bien, e invito a toda la gente a que venga a la plaza Humboldt a comprar”.
No muy lejos, la voz de Doña Berta Sonia Quispe resonaba invitando a la comunidad a acercarse a su puesto. “Hoy estamos en el mercado, les invitamos a que participen y compren todo lo que traemos: cebollitas, zanahorias y alverjitas. Todo muy barato”, exclamó con una sonrisa.
Su entusiasmo era contagioso y su compromiso con el comercio justo se evidenciaba en cada palabra. Berta, con un claro sentido participativo, también dirigió un mensaje al Gobierno Autónomo Municipal de La Paz: “Que hagan más ferias en todas las plazas, nos ayuda mucho”.
La presencia de los consumidores se hizo sentir, y entre ellos, Doña Nelly destacó la excelente experiencia que había tenido al realizar sus compras. “He comprado zanahorias, habas, pimentones y tomates.
Todo muy bien pesado”, comentó, añadiendo que los precios eran razonables, aunque un pequeño incremento había sido notorio. “Debería haber un mercado cada 15 días”, señaló con la esperanza de que iniciativas como esta proliferaran.
Romer Aguirre, otro de los compradores, expresaba su satisfacción mientras llevaba a su hogar una bolsa repleta de productos frescos. “Los precios son muy accesibles. Vivimos en la zona sur y, honestamente, en otros mercados populares no encontramos ofertas como estas”, afirmó.
Aguirre también utilizó el momento para resaltar la importancia del trabajo en pareja, enfatizando que tanto hombres como mujeres deben compartir las responsabilidades de la compra.
El vecino José Riveros también se unió al coro de agradecimientos hacia el Mercado del Bien Común, ahora un habitual en sus sábados. Mientras sostenía verduras y papas, proclamó: “Es una maravilla. Los precios son accesibles, en comparación con otros lugares”.
Riveros invitó a la comunidad a participar más activamente en estas ferias, destacando su valor económico, especialmente en tiempos difíciles.
Desde la esquina del mercado, Geraldine Ugarte Romero, Jefe de la Unidad de Defensa del Derecho del Consumidor, supervisaba los controles de peso y calidad. “Estamos asegurando que los consumidores adquieran productos con peso justo.
Las caseritas están colaborando y se están asegurando de tener la cantidad adecuada”, explicó, guiñando un ojo a los vendedores que preparaban con orgullo sus productos para la venta. Ugarte, convertida en una voz institucional clave, invitó a la población a seguir asistiendo a estos encuentros, resaltando su importancia para el desarrollo de productores locales.
El clamor colectivo por un mercado que favorezca a cada rincón de la comunidad va en aumento, y el siguiente Mercado del Bien Común promete ser aún más concurrido. Con su mirada puesta en el futuro, Ugarte ya anunció que la siguiente edición se realizará en San Antonio, esperando una masiva participación de personas en busca de productos frescos a buenos precios.
Así, con el bullicio del sábado como telón de fondo, la plaza Humboldt no solo se transformó en un punto de comercio, sino en un símbolo de resistencia, comunidad y esperanza. El Mercado del Bien Común se ha establecido como un refugio para quienes valoran el buen trato, la cercanía con el productor y la calidad de lo fresco, cuidando no solo de sus bolsillos, sino también del tejido social que se fortalece con cada compra y cada sonrisa compartida.