La proliferación de loteadores, quienes empezaron a “ocupar” esas tierras recuperadas, es una amenaza para los vecinos por el material que echan a los ríos.
AMUN / 15-11-24
La tarde del jueves fue un llamado a la acción. El alcalde Iván Arias, junto con su equipo de trabajo, se adentró en el corazón del río Lacakollo, un caudal que atraviesa parte del Distrito 19, pero que hoy se ha convertido en un receptáculo de escombros y desechos.
Con su programa radial “El Negro en la Calle” como escenario, la comunidad se reunió para exponer una problemática que se evidencia a simple vista: un río ahogado en escombros, una bomba de tiempo a punto de estallar.
Durante el recorrido, que comenzó en la Avenida 14 de Septiembre, la voz de los vecinos resonó con angustia. Los comentarios se sucedieron, todos apuntando hacia el mismo problema: el mal manejo de los residuos de construcción que son arrojados sin control en el río.
“Esto es un botadero”, se escuchó entre la multitud. Los residentes, claros testigos del deterioro ambiental, alertaban sobre cómo el material acumulado y las limitaciones para ejercer una adecuada política de fiscalización han transformado el río en un lugar peligroso. La escena era desoladora. “Mire, ya el río casi está tapado”, señaló un vecino con preocupación, mostrando una realidad cruda que amenaza con agravarse con cada lluvia.
El alcalde Arias, visiblemente preocupado, se enfrentaba a un reto monumental. La falta de canalización y de estructuras adecuadas para la limpieza del río eran evidentes. “Cada año va a ser la limpieza”, comentó un vecino que también exigía respuestas a la falta de prevención y mantenimiento. Y no era para menos: un puente nuevo, pero hecho a costa de un río que se está convirtiendo en un terreno baldío.
Las conversaciones pronto giraron hacia los aspectos más oscuros de la situación. La proliferación de loteadores, quienes empezaron a “ocupar” esas tierras recuperadas, amenaza con crear problemas aún mayores cuando las lluvias lleguen.
“Son desechos de los lugares que traen las volquetas y lo echan ahí”, denunciaron, evidenciando la cadena de irresponsabilidades que se manifiestan en ese lugar. Todo esto, en un contexto donde las comunidades luchan, no solo por su entorno, sino por su seguridad.
El olor nauseabundo que emanaba del río asfixiaba el aire. Con cada paso, la realidad se hacía más perturbadora. Cruzando hacia la confluencia con el río Arenal, los residentes explicaron cómo estos dos cuerpos de agua, que antes eran vitales para la zona, se están achicando, reduciéndose por la acción desmedida de la contaminación.
“Si no se hace esta labor, la situación será crítica y alarmante”, advirtió el secretario Municipal de Resiliencia y Gestión de Vulnerabilidades, Juan Pablo Palma, mientras señalaba al grupo de obreros que realizaba su labor silenciosamente. Las condiciones para la población son insostenibles, y la mezcla de aguas residuales con desechos de construcciones genera riesgos para la salud pública.
El Alcalde paceño intentó ofrecer una solución, reconociendo la necesidad de coordinación y de un enfoque estructural para resolver el problema. Los presentes no solo pedían promesas, sino acciones concretas. “Necesitamos que se delimite el río”, insistían los vecinos, destacando que su seguridad en momentos de lluvias intensas dependía de decisiones rápidas y efectivas.
A medida que el programa radial avanzaba, fueron surgiendo las posibles soluciones. Se mencionó el uso de recursos disponibles para hacer frente a la crisis, así como la necesidad de una acción conjunta entre la Alcaldía y los mismos vecinos. “La seguridad es de los vecinos, es de la gente de abajo”, sentenció uno de ellos, proponiendo una colaboración activa que permita transformar esta realidad.
El recorrido culminó, pero la labor apenas comenzaba. Quedó el compromiso de Alcalde y vecinos: el de rescatar al Lacakollo de su triste destino. Lazos entre la comunidad y la administración local se empezaban a tejer para que el próximo año con recursos propios se empiecen a ejecutar algunas obras que pueden ser mayores si la Asamblea Legislativa Plurinacional aprueba créditos internacionales para emergencias.
La esperanza es un principio, aunque el camino sea largo y esté plagado de obstáculos. El río, que una vez fue vital, sigue siendo la arteria de la recurrencia, y los escombros solo son un llamado a la acción que no se puede ignorar.
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